Según una creencia japonesa,
las personas predestinadas a conocerse se encuentran unidas por un hilo rojo
atado al dedo meñique, el cual es invisible y permanece atado a estas dos
personas a pesar del tiempo, lugar y circunstancias. .
Esta leyenda surge cuando se descubre
que la arteria ulnar conecta el corazón con el dedo meñique. Al estar unidos
por esa arteria se comenzó a decir que los hilos rojos del destino unían los
meñiques con los corazones; es decir, simbolizaban el interés compartido y la
unión de los sentimientos
.El mito sobre este hilo rojo cuenta que
un anciano que vive en la luna, sale cada noche y busca entre las
almas aquellas que están predestinadas a unirse en la tierra, y cuando las
encuentra las ata con un hilo rojo para que no se pierdan.
Pero la leyenda más popular que se
recita en casi todos los hogares japoneses a los niños es la siguiente:“Hace mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de las
provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa que tenia la capacidad de
poder ver el hilo rojo del destino y ordenó que la trajeran ante su
presencia.
Cuando la bruja llegó, el
emperador le dijo que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado
al meñique y lo llevara ante la que sería su esposa; la bruja accedió a esta
petición y comenzó a seguir y seguir el hilo. Esta búsqueda los llevó hasta un
mercado en donde una pobre campesina con un bebé en los brazos ofrecía sus
productos.
Al llegar hasta donde estaba esta
campesina, se detuvo frente a ella y la invitó a ponerse de pie e hizo que el
joven emperador se acercara y le dijo : “Aquí termina tu hilo” , pero al
escuchar esto , el emperador enfureció creyendo que era una burla
de la bruja , empujo a la campesina que aún llevaba a su pequeña en los brazos
y la hizo caer haciendo que la niña se hiciera una gran herida en la frente,
después ordenó a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la
cabeza.
Muchos años después, llegó el momento en
que este emperador debía casarse y su corte le recomendó que lo mejor era
que desposara a la hija de un general muy poderoso. Aceptó y llegó el día
de la boda y el momento de ver por primera vez la cara de su esposa, la cual
entró al templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente. Al
levantarle el velo vio por primera vez que este hermoso rostro, tenía una
cicatriz muy peculiar en la frente, pues no era otra que la pequeña niña que
había sido empujada en los brazos de su madre."
Antiguamente, durante el Periodo Edo
(1603 a 1867), algunas mujeres se amputaban el dedo meñique para
demostrarles su amor a sus maridos. Se consideraba un símbolo de completa
lealtad, algo similar a lo que hacen y siguen haciendo los “yakuzas” hoy en día
como símbolo de obediencia a su “oyabun” (jefe), (aunque en este último
caso también se atribuye esa amputación a su descendencia samurái y a su
imposibilidad, así, de manejar la espada).
Entonces, ¿estamos realmente unidos por
este invisible hilo rojo? ¿Están ciertas personas predestinadas a conocerse? En
cualquier caso, y obedeciendo a esta leyenda japonesa, cuiden su dedo meñique.
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