Grimorianos

16 de enero de 2011

VENTANA DEL TIEMPO


Y preguntó el sabio al joven:

“¿Quién eres tú, que ha recorrido kilómetros de un mundo incierto para llegar a mi encuentro?”

—No lo sé, maestro —respondió— por eso vengo ante usted, para que me diga quien soy y porque siento cada sueño, porque vivo cada visión, porque lloro ante su encuentro.

“¿Por qué te afecta ver, oír, saber, todo eso?”

—No lo se, señor, es solamente este vacío que ha crecido en mí hasta despojarme de todo lo conocido, que me ha robado lo que más aprecio, que modificó mi vida hasta el punto en el que me encuentro.

“¿Un vacío dices? ¿Cómo explicas eso?”

—Maestro, cada sueño produce en mi ser mucho miedo, porque no se como interpretarlos, porque no sé lo que me están diciendo. He visto muerte, desolación, pero también un gran cambio, veo a los hombres que suben una montaña siguiendo a doce corderos, veo un sabio que sentado, que sin extrañarse espera una multitud. Hombres y mujeres que llevan en su alma un espíritu grande, y en la cima un libro, negro por un lado, blanco en el otro extremo. Y la música baja del cielo, porque tierra y cielo se han unido, apareados, amados, y dos polos juntos crean uno nuevo—.

“Esto es interesante, dime más, que yo te escucho sin miedo”

—Maestro, estos sueños han sido constantes. Y en todos he visto señales, señales de fuego, fuego y aire, tierra, agua, agua y fuego, tierra y agua, tierra y viento. Suceso tras suceso vienen ocurriendo… ¿Qué hago yo maestro?

Yo solo te digo lo que sé, y lo que sé es que eres una VENTANA DEL TIEMPO.



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