¿Quién, en medio de una inefable melancolía o un estruendoso enojo se ha quedado despierto por la noche, cuando todos duermen, cuando nadie habla? A más de uno, por diversas razones el sueño se ha negado a transportarnos a su mundo y nos hemos quedado con los ojos abiertos tratando de ver en medio de la penumbra de nuestra habitación.
Menciono esto porque en días anteriores tuve la oportunidad de comentar brevemente con un amigo sobre estos momentos en los que pareciera que el silencio nos habla. Si, cuando todo esta calmado a nuestro alrededor, cuando nosotros mismos nos encontramos calmados en nuestro interior, el Silencio abre su boca de sombras para pronunciar palabras a veces inentendibles.
En algunas ocasiones, pocas quizás, estos sonidos pueden ser voces de personas, de animales, susurros o ruidos del mas allá que normalmente no son perceptibles al oído humano, pero que oídos atentos y altamente desarrollados podrán escuchar sin muchos problemas. Aunque claro, esto es solo una posibilidad, en el mejor de los casos, puede ser la voz de la naturaleza la que nos habla, la que nos pide escuchar su voz quebrantada por la mayoría de nuestras acciones, tal vez para darnos un mensaje importante, o recobrar la confianza en ella y marcar un alto en nuestra existencia para reflexionar y revalorar la vida.
Eso si, tampoco puede descartarse que sea nuestra propia conciencia la que nos hable, y para muchos, hablar consigo mismos les provoca muchos más problemas que si se tratara de una psicofonía.
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