Una visión de hace unos momentos me ha dejado más quebrado... pero más receptivo...
Regularmente se nos enseña a integrarnos con nuestra parte luminosa, pero se va dejando a un lado lo oscuro. ¿A que le tememos? Luz y sombras (y todo la gama de colores que somos) tienen que experimentarse en algún momento, infancia, vejez, que más da...
En un tramo de nuestro camino, seremos lo que tengamos que ser. Dudo mucho que se pueda elegir ser para siempre un elixir, nuestra armadura de piel y huesos nos complica en esta dimensión extendernos como lo hace un rayo de luz en las penumbras... Muy por el contrario... Somos velas que entre más iluminamos, van creciendo las sombras que proyectamos. Opuestos complementarios.
Que sería de mi vida si no pudiera enfurecer como una bestia, como un volcán que estalla para liberar la energía contenida... Que sería de mi vida si no pudiera fluir como el agua de un rio, ser tan bondadoso como un pequeño cordero... Que sería de mi vida si por ratos no decidiera ser aire, estar sin estar, elegir manifestarme como montaña o roca, como amigo o fiera!
Si en esta vida nos tocó nacer como humanos, pues seamos humanos... obviamente buscando la sutilidad del Ser. Porque el cuerpo y lo que con él experimentamos (como es la visceralidad) sólo son recipientes que un día perecerán y el alma se posicionará donde le corresponda... el cuerpo no es luz... sólo es la herramienta que necesitamos para ser canales de la luz Universal. Al ser humanos vivimos en 2a dimensión y, por lo tanto, vemos la "realidad" como una dualidad: luz/ oscuridad; estallidos emocionales/apagones emocionales... claro que éso nos hace humanos. Antes de ser "humanos" SOMOS... por lo tanto, vamos buscando siempre "algo más"... hablar de equilibrio no significa que no se sienta... sino que a pesar de la vibración, nosotros podamos disfrutarlo DESDE NUESTRO CENTRO.
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