Mucha gente me pregunta cuál es mi religión, creo que
preferiría que me preguntaran que bandas de música me gustan más porque de esa
manera la conversación no va a durar más que tres horas. Tengo tantas
influencias de tantas religiones, que me es difícil contestar esa pregunta, al
final por lo normal termino contestando que soy un místico agnóstico o un agnóstico
místico, creo que ni Robert Anton Wilson llegó a decidir cuál era la manera
correcta de decirlo en toda su vida y sinceramente me encanta ver la cara de
confusión que esa respuesta genera porque ni siquiera yo entiendo completamente lo que eso significa.
En mi vida crecí como católico y contra mi voluntad en la
adolescencia fui confirmado, digo contra mi voluntad porque la verdad es que a
esa edad no entendía completamente lo que ese ritual significaba. Ahora se me
hace injusto que no se me haya dado la oportunidad de decidir si quería o no
hacerlo por mi cuenta ya en la edad adulta.
La espiritualidad para mí, es simplemente buscar UNIÓN. La
palabra yoga, en el sánscrito, significa exactamente eso. A pesar de que todos
podemos tener diferentes creencias, diferentes religiones, diferentes maneras
de entender lo que sucede en ese mundo espiritual que percibimos a veces, todos
estamos buscando exactamente lo mismo, unirnos con la parte divina que reside
en nosotros y en todo ser vivo, que no podemos ver, que no podemos escuchar,
pero que podemos SENTIR. Rudolf Steiner el fundador de la
Antroposofía proponía que el conocimiento oculto, no se llamaba así meramente
porque era conocimiento que se mantenía oculto del público en general, sino
porque se discuten en él cosas que permanecen ocultas a los sentidos.
Ahora con el tiempo mi espiritualidad ha cambiado, tengo
influencias (en mayor y menor grado) de muchos
puntos de vista: desde el taoismo, el hinduismo, la cábala hebrea, el sufismo, pasando por
el budismo zen y el tibetano, hasta la magia ritual y la magia del caos. Entender
esas filosofías sin necesariamente creer en todas ellas, me ha enriquecido y han
expandido mi conciencia de una manera impresionante. Recientemente inclusive, pude
conciliar el cristianismo con el resto de mis creencias otra vez en mi vida,
después de muchos años. Recordé que si alguien creció en occidente, no puede
evitar tener influencia del cristianismo a nivel subconsciente, especialmente
si su nombre tiene un origen bíblico, según Alejandro Jodorowsky. Es importante
que las personas como yo que están en este caso lo hagan consciente de alguna
manera para que lo enfrenten y que no sean perjudicados por la influencia de
ese mito tratando de cumplir inconscientemente el papel de algún personaje descrito en la Biblia o cualquier personaje sagrado de la historia del cristianismo. Como
la gente que se llama Jesús y muere inexplicablemente a los 33. De la misma manera los que tienen creencias cristianas podrían encontrar consuelo en entender porque la vida les tenía ese nombre reservado.
Mucha gente (yo también hasta hace unos años) se encuentra
alejada de su espiritualidad, el resultado es que se hunden en compulsiones,
obsesiones o vicios y no saben ni lo que buscan en ellos. Mi creencia es que
anhelan o extrañan tener una via espiritual que les brinde paz y lo compensan
de maneras perjudiciales a sí mismos e involuntariamente a su comunidad. Como
por ejemplo, cuando Carl Jung el renombrado psiquiatra austríaco discípulo de
Freud, (que al final de cuentas tuvo diferencias filosóficas con él en parte porque
Jung sí creía en la divinidad), descubrió que el alcoholismo es simplemente una
manera de sublimar una práctica espiritual genuina, señalando también que la
palabra para el alcohol en latín es spiritus,
(de igual manera en el inglés a las bebidas alcohólicas destiladas se les
conoce como spirits).
La espiritualidad nos conecta a algo mayor a
nosotros que nos nutre y al cual nutrimos, más no es necesario creer en ello
como un Dios; la mayoría de las ramas del budismo no creen que sea necesario
tener un modelo estricto de la divinidad. Se puede ser hinduista, wicca, musulmán, budista, judío, cristiano, caoista, cabalista, chamán
o taoista, las vias realmente son, a final de cuentas, preferencia de cada
persona porque cada quién percibe a la divinidad a su manera muy particular.
Lo único que sí es necesario para ser considerado
una persona espiritual, es creer que este mundo que nos rodea, del que somos
responsables, en toda su belleza y a veces
caos, es meramente una ilusión, que algo todavía más mágico y profundo está
oculto en él y adentro de nosotros mismos, que nos impulsa a crecer y que a su
vez va a llenarnos verdaderamente como personas.
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